revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía

Sala limpia

Robots diminutos

Miguel Abril (IAA-CSIC)
La respuesta

Hay gente que parece que tiene el don de la ubiquidad. Por ejemplo, un padre cuando llegas tarde a casa de adolescente. Entras por una ventana, y está ahí. Entras por la cocina, y está ahí. Entras por el ventanuco del baño, jugándote la vida, y está ahí. Le pasó a un amigo. En esto de la ciencia ocurre con la gente muy lista: estás leyendo un libro de astronomía o de óptica y te encuentras a Gauss, que se supone que era matemático. Einstein sale en todas partes porque era un crack, y otro que le daba a todos los palos era Feynman. Fue este último el que sentó las bases teóricas de la nanotecnología, con su famoso ensayo Hay mucho espacio al fondo, aunque fue uno de sus colaboradores y exalumnos, Albert Hibbs, el que le sugirió la idea de aplicar a la medicina las micromáquinas que él había imaginado. Feynman, con su conocida capacidad para la divulgación, bautizó la idea con la gráfica expresión “tragarse al doctor”. Pero de esto ya hablamos en el capítulo que dedicamos a la nanotecnología, en el que también aclarábamos que la mayoría de los llamados nanodispositivos usados en medicina no eran como los minisubmarinos que nos muestran en las películas, sino más bien moléculas más o menos complejas que cumplen una única función muy concreta en el interior del cuerpo humano. Sin embargo, también hay dispositivos más parecidos a robots diminutos, como los diseñados por la universidad de Hong Kong, que pueden ser inyectados en el cuerpo humano y dirigidos a través del torrente sanguíneo. Estos nanorrobots están fabricados en silicio y óxido de titanio y son guiados por luz, lo cual permite, mediante cambios en parámetros como la longitud de onda, intensidad o puntos focales, realizar maniobras más complejas y con mucha mayor precisión que con sus predecesores, que eran gobernados mediante campos magnéticos. Aún se deben solventar dificultades técnicas (es preciso, por ejemplo, mejorar su biocompatibilidad), pero esta tecnología se presenta como una de las más prometedoras para la distribución de fármacos selectiva y localizada en tratamientos contra enfermedades como el cáncer. Un concepto parecido se utiliza en nanobots purificadores de agua, cuya estructura es la de una microesfera dividida en dos hemisferios. Uno de ellos es de magnesio, que reacciona con el agua produciendo burbujas de hidrógeno que propulsan el dispositivo. La otra mitad está formada por capas alternas de hierro y de oro con topping de nanopartículas de plata, en plan postre de restaurante exclusivo de Marbella. Las bacterias se adhieren al oro y son desactivadas por las partículas de plata, y el magnesio proporciona suficientes burbujas como para dar una autonomía de unos 15-20 minutos. Vistos al microscopio, estos nanobots deben tener el mismo poder hipnótico que una pastilla efervescente en una fiesta de cumpleaños de niños de primaria (experiencia basada en hechos reales).
Las ventajas de usar dispositivos pequeñitos son varias: ligereza, bajo consumo y (una vez que se sistematiza el proceso de fabricación) bajo precio. Estas  características resultan ideales para las configuraciones que habitualmente se utilizan: las redes distribuidas de comunicación. Este es el concepto ideado para la misión Starshot, de la que ya hablamos aquí (ver número 50), que pretende enviar datos e imágenes del exoplaneta Próxima b. Para ello se lanzarán miles de minisondas en varias fases, de forma que se establecerá una red multinodo entre el exoplaneta y nosotros, lo cual aumentará la seguridad y la tolerancia a fallos en las comunicaciones. También es la idea en la que se basa el Smart Dust o polvo inteligente, que consiste en dispositivos cuyas dimensiones en algunos casos no superan las décimas de milímetro, a pesar de lo cual son capaces de integrar diversos sensores, cámaras, sistemas de comunicación y alimentación e incluso pueden dotarse de capacidad de posicionamiento GPS. Teniendo en cuenta su pequeño tamaño y bajo precio se podrían esparcir verdaderos enjambres de ellos en distintos entornos, lo cual permitiría, por ejemplo, localizar mediante su imagen térmica a personas atrapadas bajo los escombros tras un terremoto. O monitorizar en tiempo real el estado de una cosecha. O vigilar la posición de las fuerzas enemigas en un conflicto. O… Las posibilidades son casi infinitas, solo limitadas por la imaginación. Y eso no deja de ser preocupante, porque hay mucho bellaco suelto por ahí fuera con una imaginación desbordante e ideas la mar de siniestras, como la dispersión indiscriminada de este polvo electrónico a través del aire, el agua o los alimentos. Sí, de momento no son más que delirios de los conspiranoicos, pero en teoría no hay limitaciones tecnológicas para llevar a cabo estos u otros planes perversos. Así que, por si acaso… (música de Cuarto Milenio) …fíjate bien la próxima vez que pongas orégano en la pizza.

 

La pregunta

En el próximo número vamos a hablar de una de las cosas más chulas que ha inventado el ser humano: los drones. Y con esto terminamos la serie de artículos que hemos dedicado a la robótica. O no. Yo que sé… Como si tuviera ya una mínima idea de lo que voy a contar. ¿Es que somos alemanes?
La pregunta está relacionada con un tema sobre el que hay mucha confusión: ¿qué hay que tener para poder pilotar un dron?
Respuestas:
a) Sentido común.
b) La a) más un carnet de piloto de drones.
c) La a) más la b) más un carnet práctico del tipo de dron que queremos pilotar.
d) Nada. La a) es para pusilánimes.