revista de divulgación del Instituto de Astrofísica de Andalucía

Sala limpia

¿Cuál de estos materiales no se usa para imprimir en 3D?

Por Miguel Abril (IAA-CSIC)
La respuesta
A. Sal
B. Polvo lunar
C. Cemento
D. Guano
E. Titanio  

El guano es caca. Pis. Todo junto, porque son excrementos de pájaros, y los pájaros no distinguen. Es una porquería, sí, pero una porquería muy rica en nitrógeno, lo cual hace que sea muy útil como abono de los campos y lo suficientemente valiosa como para haber dado nombre a una guerra en el siglo XIX entre Perú, Bolivia y Chile (la guerra del guano y el salitre) y haber estado a punto de desencadenar otra entre Perú y Estados Unidos. A pesar de ello, sigue siendo una guarrada, así que de momento a nadie se le ha ocurrido usarlo como material de base para imprimir en 3D. “Hay gente pa tó”, decía el torero, menos pa esto, de momento. Las otras cuatro opciones propuestas son ciertas. Los materiales usados más habitualmente para imprimir en 3D son distintos tipos de plásticos y algunos metales. La técnica para imprimir en plástico es sencilla: basta con fundir el material de un carrete e ir aplicándolo capa a capa siguiendo el patrón digital generado por un programa de diseño. Lógicamente, con los metales como el titanio la cosa se complica, porque no es posible fundir el material y hacer que se solidifique en contacto con el aire, como sucede con los plásticos. Pero es que el término “impresión 3D” es mucho más amplio de lo que habitualmente se cree, y engloba gran variedad de técnicas clasificadas en cinco grupos, algunos con nombres tan chulos como “soldadura con rayo de electrones” o “fotopolimerización”. Todas tienen en común que se trata de técnicas aditivas, en contraste con las técnicas sustractivas que se han usado tradicionalmente, en las que se parte de un bloque de material que se va desbastando y rebajando hasta llegar a la pieza final. Las técnicas aditivas ofrecen dos ventajas principales. La primera, que permiten mucha más flexibilidad en el diseño, ya que no están limitadas por el alcance de las herramientas. La segunda, que solo se usa el material necesario para la pieza, sin tener que descartar el que se va eliminando en el proceso de fabricación. Vamos, que son como los marranos: no se desaprovecha nada. Pero aparte de plásticos y metales se usan muchos otros materiales. Escogimos la sal para sembrar la confusión en la respuesta (miles y miles de mensajes me han llegado al correo diciendo que la opción A era la falsa), pero también se están fabricando ya objetos con madera, papel, hormigón, nylon, acrílico o fibra de carbono. La sal, en concreto, se usa sobre todo para elementos de arquitectura y objetos de decoración. Aunque las imágenes que se pueden encontrar en la red son bastante deprimentes, como si el diseñador se hubiera quedado anclado en los setenta, las posibilidades son infinitas, puesto que el único límite es la imaginación.  En construcción se están utilizando, entre otros, cemento y hormigón, no solo para fabricar bloques de construcción, sino casas enteras con impresoras gigantes. Pero en lo que a materiales respecta, tal vez la idea más retorcida sea la de imprimir comida usando… pues eso, pasta hecha con comida. Así que parece que, en poco tiempo… ¡podremos comer sin ningún remordimiento hamburguesas con forma de lechuga! Sin embargo, en el contexto de esta nuestra revista favorita tal vez la más interesante sea la opción B: imprimir con polvo lunar. Como es lógico, no es una técnica que se use habitualmente, pero es una idea que parece completamente viable (de hecho, la NASA ha apostado fuertemente por ella) y que aportaría indudables beneficios en la exploración espacial. Ahora que parece que se ha despertado de nuevo el interés por viajar a nuestro satélite y que se ha emprendido de una vez por todas el proyecto de llegar a Marte, la impresión 3D con material autóctono permitiría construir módulos de vivienda, pistas de alunizaje o amartizaje, calzadas y casi todo el resto de infraestructuras necesarias sin necesidad de transportar todos los materiales desde la Tierra, con el consiguiente ahorro en coste y en tiempo. Fascinante, ¿verdad? Bueno, pues he dejado lo mejor para el final: ya está al alcance de cualquiera imprimir una figura de acción a su imagen y semejanza. Basta con realizar unas cuantas fotos con el móvil y procesarlas mediante una simple aplicación, por ejemplo el programa 123D Catch. Ahora sí que podemos gritarlo a los cuatro vientos: ¡el futuro ya ha llegado! Howard Wolowitz, de la serie The Big Bang Theory, con su mini-yo creado con una impresora 3D.

 

La pregunta

Entonces… ¿la famosa revolución que va a traer la impresión 3D consiste en que dentro de poco todos vamos a poder tener un mini-yo en nuestra mesilla de noche? ¡No! Algo mucho más grande va a ocurrir. O eso dicen algunos. Algunos otros pensamos que a algunos de esos algunos se les va la olla más que a Michio Kaku en el Dragón Khan. He pensado varias formas de plantearos la pregunta para describir en qué consiste la revolución 3D, pero en todas me hacía spoiler a mí mismo, así que mejor os lo cuento en el próximo número. Por tanto, esta vez no hay opciones múltiples, solo una pregunta: ¿podréis esperar?